This review may contain spoilers
Una persona no puede ser tu refugio, pero puedes compartir uno con ella
Gray Shelter es una de esas mágicas historias que se producen cada cierto tiempo y que, probablemente, no vaya a conseguir atraer la atención del público que se merece.
Como a muchas otras personas, mi motivación principal para verla fue que Lee Jaebin, a quien ya conocía por el papel de Choco en Choco Milk Shake, fuese uno de los actores protagonistas. Y, wow, qué importante ha sido verle en un registro completamente distinto para comprender lo gran actor que es y lo mucho que se merece que le den oportunidades para demostrar ese talento. Por su parte, Jang Wooyoung ha estado más que a la altura de lo que la serie necesitaba, ofreciéndonos una trama desgarradora de manera conjunta en un contexto que debería haber tenido una extensión mayor, pero que tiene una inmensidad de lecturas en algo más de 100 minutos.
Quizá uno de los elementos más difíciles de comprender desde una perspectiva no asiática sea cómo el concepto de familia tiene un peso tan grande que hace pivotar todo lo que sucede en el drama, como si de un tercer personaje invisible se tratase. Yoondae destruido por un padre abusivo cuyo vínculo no termina nunca de eliminar. Soohyuk superado por unos padres inmaduros que no dejan de pedirle más, como si de sanguijuelas se tratase. En esta situación, era imposible que ambos pudieran hacerse bien, aun cuando todo el desarrollo nos demuestra que lo que sienten el uno por el otro es tan grande que apenas pueden gestionarlo. Por eso Soohyuk necesita que Yoondae no dependa de él. Que sea autosuficiente y pueda aportarle algo más que la vorágine a la que ambos están acostumbrados. Porque las personas que cuidan también necesitan un espacio para poder ser vulnerables y rehacer lo que el mundo real rompe cada día.
Es especialmente significativo el simbolismo de los dos personajes contando con su propia bufanda en los momentos finales del capítulo. Porque entregarle tu bufanda a otra persona siempre implica que tú acabas pasando frío. Y, el amor, aunque tiene actos de devoción como ese, no puede ser un constante acto de entrega hacia el otro.
Y, como todo en una vida que no termina, el mañana, el nuevo amanecer, siempre viene cargado de posibilidades.
Como a muchas otras personas, mi motivación principal para verla fue que Lee Jaebin, a quien ya conocía por el papel de Choco en Choco Milk Shake, fuese uno de los actores protagonistas. Y, wow, qué importante ha sido verle en un registro completamente distinto para comprender lo gran actor que es y lo mucho que se merece que le den oportunidades para demostrar ese talento. Por su parte, Jang Wooyoung ha estado más que a la altura de lo que la serie necesitaba, ofreciéndonos una trama desgarradora de manera conjunta en un contexto que debería haber tenido una extensión mayor, pero que tiene una inmensidad de lecturas en algo más de 100 minutos.
Quizá uno de los elementos más difíciles de comprender desde una perspectiva no asiática sea cómo el concepto de familia tiene un peso tan grande que hace pivotar todo lo que sucede en el drama, como si de un tercer personaje invisible se tratase. Yoondae destruido por un padre abusivo cuyo vínculo no termina nunca de eliminar. Soohyuk superado por unos padres inmaduros que no dejan de pedirle más, como si de sanguijuelas se tratase. En esta situación, era imposible que ambos pudieran hacerse bien, aun cuando todo el desarrollo nos demuestra que lo que sienten el uno por el otro es tan grande que apenas pueden gestionarlo. Por eso Soohyuk necesita que Yoondae no dependa de él. Que sea autosuficiente y pueda aportarle algo más que la vorágine a la que ambos están acostumbrados. Porque las personas que cuidan también necesitan un espacio para poder ser vulnerables y rehacer lo que el mundo real rompe cada día.
Es especialmente significativo el simbolismo de los dos personajes contando con su propia bufanda en los momentos finales del capítulo. Porque entregarle tu bufanda a otra persona siempre implica que tú acabas pasando frío. Y, el amor, aunque tiene actos de devoción como ese, no puede ser un constante acto de entrega hacia el otro.
Y, como todo en una vida que no termina, el mañana, el nuevo amanecer, siempre viene cargado de posibilidades.
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